Saint Patrick High School RPG
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Mensaje por Gaia Miér Feb 11, 2009 2:47 pm

Recuerdo del primer mensaje :

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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:39 am

Dios, Remy ha vuelto 2x07. Dangerous Games - Página 4 Emlove y aunque ya me lo suponía mi cara de emoción no me la quita nadie! Lean, creo que voy a llorar... xDDDD. Aún así, lo traes de la muerte y lo dejas inconsciente?? ¬¬ Bueeeno, al menos no lo has vuelto a matar xD. (Cómo se ahoge... te parto la cara jajajajaja)
<DIR>
IMPORTANTE

Todos los que están en la fiesta escuchan y sienten el temblor de la explosión que hubo a unos 200 metros del salón donde están festejando. Los autos del estacionamiento se voltean, las plantas del jardín se consumen y mueren alcanzadas por la onda expansiva candente. Las paredes tiemblan, se agrietan y desprenden polvo y trozos de reboque, las luces y la música se apagan por un momento hasta que el generador de emergencia enciende las luces nuevamente. Para los que salgan a ver qué pasó, una zona de la orilla de un lago cercano está en llamas alrededor de los restos carbonizados de una vieja camioneta, y las aguas del lago aún se agitan como si hubiese habido una tormenta.
(parrafito by Lean, podría cambiarlo pero... a estas horas no tengo inspiración suficiente ni tampoco tiempo. El deber (y el trabajo) me llaman.</DIR>
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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:39 am

Sophia (Hablando con el Fenix y luego...primera aparición de Remy!)

Estaba nerviosa, sin saber cómo actuar ante esta sitaucón, con una bomba a un metro de distancia y siendo la "única" responsable para desactivarla. Pero El Fenix me dijo que no era yo quién tenía que desactivarla, así que le dije dónde me encontraba exactamente para que enviase a alguien que pudiese hacerlo y me quedé a esperar ahí. Creo que fueron los minutos más largo de toda mi vida, podía asegurar que estar al lado de un bomba activada apunto de explotar esperando a que llegase la persona que se encargaría de desactivarla hacía pasar los segundos como minutos, aunque no pasaron más de 2 minutos cuando escuché golpes fuertes en la puerta trasera del almacén, alguien estaba intentando forzarla para pasar, suponía que era la persona que había enviado El Fenix. Después de varios golpes la puerta cedió y se abrió de golpe dejandome ver a la persona que había enviado, por un momento el mundo que había a mi alrededor se paró al ver que aquella persona era REMY, no me podía creer lo que estaba viendo, de hecho me costó creer lo que veía unos segundos más, cuando dejé de pensar que podía ser un producto de mi imaginación por la presión y el estrés que estaba sintiendo en ese momento. Él se acercó y se quedó mirándome unos segundo frente a mí. Era él...no estaba muerto, aunque mi cara era totalmente inexpresiva porque no podía gesticular absolutamente nada...sentía algo diferente al verlo, sentía alegría porque fuese él quién iba a salvarnos después de regresar entre los muertos, irónico. Sus palabras me sacaron de mis pensamientos...

- ¿Qué pasa? Parece que hubieras visto un fantasma, chere.

Abrí los ojos incrédula, ni en el peor momento podía dejar de lado ese humor sarcástico, por un momento me hizo volver a recuerdos pasados, y me hizo sentir como si nunca hubiese desaparecido. No me movía simplemente mi cabeza no paraba de pensar, recordar, preguntarse cosas como ¿por qué se escondió durante todo este tiempo?, ¿de haber sabido antes que sería él quién estaba involucrado en este hubiese aceptado ayudarle? ¿por qué no sentía ganas de gritarle, insultarle y dejarle mal y joderle la vida tal y como había hecho antes de su...no-muerte? Estaba tan sumergida en esas cosas que ni siquiera me di cuenta de que Remy me había quitado el movil para llamar y que se había dedicado a intentar desactivarla pero era imposible hasta que escuché a Remy que me gritaba


- ¡Sophia! ¡Ayudame con esto, mon Dieu! Tenemos que sacar esta bomba de aquí ahora mismo, no puedo desactivarla. Empuja la caja hacia el carrito, con cuidado.
Reaccioné aunque no podía creer esto. Me resultaba difícil, pero aún así saqué fuerzas y le ayudé a poner la caja encima de un carrito, me fijé en el contador y quedaba solo dos minutos, miré a Remy asustada, pero aún así sentía que salimos de esta y que él lo iba a lograr.

Sophia - Remy...son solo dos minutos, tienes que sacar esto de aquí ahora!

Cogió el carrito y fue hacia la salida pero antes de cruzar la puerta se giró hacia mi

- Tú no me has visto ¿D'accord?

¿Era broma? Podía ser el boom del año y quería que no se lo contase a nadie? Guardaría el secreto, asentí con la cabeza. Probablemente si esto hubiese pasado hace unos meses tardaría menos de lo que la bomba tardase en explotar para contárselo a cualquiera y comenzar un rumor increiblemente alucinante. Salí hacia la puerta siguiendo sus pasos, para ver como iba al estacionamiento y cogía una furgoneta, metió atrás el carrito con la bomba y aceleró atravesando un arbusto que tenía delante, miré un momento hacia atrás, atraves de la puerta del almacén, todo el mundo de la fiesta había estado en peligro todo este tiempo y habían sido salvados sin que ellos se diesen cuenta absolutamente de nada. y lo más fuerte era que Remy no estaba muerto y yo había podido verlo y no me había alegrado tanto desde que me dejaron enseñar mis diseños en un desfile en Milán. Reaccioné y atravesé los arbustos por donde se había ido la camioneta, corrí un poco y a lo lejos pude ver como iba en dirección a un lago, pasaba por unas maderas y Remy saltaba desde dentro con la camioneta en marcha cayendo sobre la tierra y rodando hasta el lago. Seguía corriendo pero la furgoneta explotó y la onda expansiva me hizo caer hacia atrás, incluso llegaron a caer trozos del vehículo o de lo que fuese incendiados cerca de mi. Tosí aun en el suelo y me incorporé un poco mirando hacia el lago, esperando a encontrar a Remy de nuevo. Me puse en pie y fui a dar un paso pero el tacón de un zapato se me había rajado, me quité los tacones y los tiré a ambos lados conforme me los quitaba. Iba a dar otro paso paso pero sentí algo de dolor en la cadera, la tendría un poco contusionada del golpe, maldito cardenal si es que me aparece. Eché una vista al lago y a la furgoneta incendiada al otro lado, esto parecía sacado de una pelicula, pero sinceramente, lo que me importaba era q Remy apareciese y yo lo había visto caer de la furgoneta. El agua se movía agitada de la fuerte onda de la bomba y me pareció ver hundirse algo entre tanto, no podía ser. Yo no era ninguna heroína y tampoco una socorrista, pero no podía dejar que Remy se quedase ahí dentro, iba en contra de mis principios...o..mis...sentimientos. No lo pensé más y me adentré en el lago poco a poco

Sophia - Remy!!! Remy!!!!

Gritaba mientras removía mas el agua para ver si podía tocarlo, solamente tenía la luz de la luna y la luz que la furgoneta incendidada daba para poder ver, y no veía una mierda. Tomé aire y me sumergí con los ojos cerrados pero moviendo las manos por si encontraba algo, salí de nuevo a la superficia con la respiración agitada

Sophia - Remy no me hagas esto! Te prohibo morir por segunda vez! No te creas mejor que yo por tener 7 vidas como un gato!!

Dije gritando y golpeando el agua algo cabreada. Tomé aire de nuevo y me sumergí de nuevo, pero esta vez por suerte no moví mucho las manos cuando encontré su cuerpo, lo agarré por debajo de los brazos y salí de nuevo tomando aire y agarrándolo mejor para que no se me escurriese, nade un poco más hacia la otra parte del lago, no por donde yo había entrado, que estaba un poco más oscuro y ya caminando entre el agua tocando el suelo pude sacarlo y arrastrarlo un poco por la tierra. Lo puse de manera que el agua no le tocase de cintura para arriba, no tenía más fuerzas para sacarlo del todo, estaba realmente agotada. Le toqué la cara un poco esperando que abriese los ojos

Sophia - Vamos Audoux, no es momento para hacerse el duro, tienes que despertar ya!!

Me acerqué para ver si respiraba y no lo hacía, me asusté porque tenía que recoradr como se hacía un boca a boca y hacia mil años que no hacía uno, de hecho ni el que hice era de verdad ya q solo era una maldita prueba para conseguir el título. Le subí un poco la barbilla hacia atrás, tome aire y me acerqué a su boca para pasarselo, me separé y entrelacé mis manos para comenzar a hacerle la RCP. Así un par de veces, y pasandole aire, y el cabrón no despertaba y a mí me iba a dar un infarto como muriese en mis brazos

Sophia - No me jodas Audoux, te permito cualquier cosa menos esto, vamos, mis besos reviven hasta un muerto y tu vas camino de eso!! Vamos Remy! Vamos!!

Dije mientras seguía haciendole la RCP. Iba a pasarle aire de nuevo a sus pulmones pero comenzó a toser echando el agua que le sobraba. Miré hacia arriba y sonreí suspirando, maldito Audoux, me había hecho sufrir por unos minutos. Le miré y pasé mi mano por su cabello mojado, me acerqué a su oido

Sophia - Yo no te he visto...tu secreto está a salvo, pero tú tienes cosas que explicarme...ponte en contacto conmigo y la proxima vez...si quieres que nos demos un baño juntos no eligas un lago con alguitas y cosas raras, este olor tardará días en irse...

Dije susurrándole, tal vez se enterase de la mitad de lo que le decía, pero me levanté de ahí y me fui rodeando el lago y volviendo a mi lugar, el se iría por otra parte para que no le descubriesen y yo estaba que me moría por todo lo que acababa de pasar. Volví y la gente estaba fuera del resort, observando lo que había pasado, se habían llevando un buen susto. Yo estaba completamente mojada y magullada e intentaba pasar desapercibida entre la gente.


Lucy(con Nancy)

Escuché atentamente todo lo que Nancy le decía a Henri hasta que me hizo un gesto para que pegara mi cabeza a la suya y poder oir las dos lo que él decía. No tarde ni dos segundo en hacerlo porque hasta intentaba averiguar por sus gestos que le estaba diciendo Henri, sin embargo, no nos dio tiempo a escuchar ninguna respuesta. Primero una explosión y después un temblor hizo que Nancy y yo nos agarraramos soltando un grito de terror mientras la gente salía de la fiesta corriendo, como si se tratase de una avalancha.

- ¿Que mierda está pasando? - pregunté con voz en grito, asustada - ¡Dios mio! Nancy, ¿estás bien?

En medio de la oscuridad la agarré para no separarnos mientras la gente corría asustada a nuestro alrededor e intentaba salir del resort. Un chico de segundo golpeó a Nancy haciendo que su móvil cayera al suelo y se perdiera entre las piernas de la gente. Las luces volvieron a encenderse inmediatamente pero del movil ya no había ni rastro. Con las cosas un poco más calmadas, Nancy y yo salimos del resort para ver que había pasado. Me quedé pensativa un momento viendo la desoladora estampa que nos rodeaba. Coches volcados, plantas totalmente chamuscadas y una furgoneta que ardía cerca del lago. Miré a Nancy respirando por la boca agitadamente, asustada. Giré mi cabeza para decirle algo pero las palabras no me salieron, miles de recuerdos se agolpaban en mi mente impidiendome pensar con claridad, impidiendome decir algo coherente.

- Nancy, es... yo...

Di un paso atrás con el gesto contrariado y me senté en un peldaño de las escaleras del resort para intentar calmarme, estaba hiperventilando y acabaría desmayándome. Apoyé mi cabeza entre mis manos y desde esa posicón volví a mirar al lago mientras un pensamiento se repetía una y otra vez mi mente: "Esto no puede estar pasando otra vez"
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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:40 am

[center]Mensaje importante en el que muere un pesonaje, por favor leer.[/center]


Hace diez minutos...



El contador estaba en marcha y yo me dirigía a la habitación donde había dejado mis cosas para recoger todo y largarme antes de que todo volara en pedazos. Esta era la culminación de mi tarea. La lista estaba completa y había llegado el momento de proceder y desaparecer. Yo sería contado entre las víctimas, así que tendría que conseguir una nueva identidad y una nueva ubicación, pero la Organización se encargaría de eso. Él lo conseguiría todo y yo no tendría más problemas una vez que completara mi misión. Pensaba en el terrible estallido que acabaría con la vida de todos los que me rodeaban ahora, y por un momento me lamenté por los pocos inocentes que tendrían que ser considerados como daño colateral, porque había personal en aquel lugar que no tenía la culpa de estar rodeado de gente marcada para morir.

Entonces me di cuenta que pensando en todo aquello me había perdido. Jamás admitiría aquello, pero no tenía idea dónde había doblado mal, solo que allí no estaba mi habitación. Me di cuenta cuando crucé la puerta de el que creía que era el cuarto donde me había instalado antes, pero me encontré con una habitación vacía y con la cama armada. Aquella no era. Estuve a punto de salir y volver sobre mis pasos para ver dónde había girado mal, pero entonces vi que aquella habitación tenía una puerta que la conectaba a otra al lado, y pensé que tal vez no estaba tan lejos sino que solo había errado por una puerta de distancia. Recordaba que mi cuarto tenía una puerta lateral que daba al cuarto de al lado también. Me acerqué ahí y entreabrí la puerta solo un poco, pero me detuve rápidamente al ver que venía luz del otro lado y escuchar voces. Estaba a punto de cerrar y volver pero lo que escuché me llamó la atención. Sobre todo el volumen de voz y las groserías que se soltaban. Eran dos chicas discutiendo. Reconocí rápidamente la primera voz como la de Michelle. Tardé un momento en reconocer la otra pero finalmente deduje que se trataba de Ruby. Y lo que escuché realmente me sorprendió pero me hizo formar una sonrisa maléfica en mi rostro.

¿Así que ellas eran las responsables de aquella revista insoportable que tantos problemas había causado, y de aquel blog entrometido? Finalmente Michelle soltó unas cuantas groserías más y se largó a la fiesta, pero Ruby no parecía tener intenciones de ir a la misma. Y me di cuenta que estabamos demasiado lejos del salón de la fiesta y que seguramente este sector del edificio no fuera tan afectado por la explosión como para acabar con Ruby.

"Nada de sobrevivientes" me habían dicho ". No puede quedar ni uno solo para contar la historia. Tu misión terminará solo cuando no haya un alma con vida en aquel paraje. Si alguien sobrevive a la explosión, acabarás con él con tus propias manos."

No podía arriesgarme. Tenía que actuar por mi propia iniciativa si quería completar la misión. Tendría que ensuciarme las manos... literalmente.

Entreabrí un poco más la puerta para ver. La puerta daba justo hacia un escritorio sobre el que había una lámpara y un organizador con varios lápices, bolígrafos y otras cosas. Me asomé un poco, corriendo el riesgo y vi la cama, desarmada y sucia con migajas de comida y algunos paquetes vacíos de patatas fritas y demás. Ruby estaba sentada sobre el borde de la misma de espaldas a mi, así que me aventuré y abrí más la puerta, para pasar. Miré a mi alrededor en busca de algún arma y vi sobre el organizador una tijera metálica grande.

Estiré una mano y la tomé.

Avancé acercándome a Ruby por detrás de ella, silenciosamente. Tenía que subirme a la cama o rodearla para alcanzarla, pero cualquiera de las dos acciones la alertaría. Tenía que actuar rápido.

Me quedé un momento con la tijera en la mano, dudando, pensando, y entonces, sin previo aviso, ella se dio vuelta.

Durante un instante nuestras miradas se cruzaron en silencio, con la sorpresa en ambos pares de ojos. Yo no esperaba que se diera vuelta. Ella no esperaba ver a nadie allí, mucho menos con una tijera en la mano.

Había llegado el momento de actuar por impulso.

Ella habló primero y soltó con agresividad algo así como "¿qué haces tú aquí con eso en la mano?" pero yo no la escuchaba. Tenía un zumbido en los oídos y el corazón me latía demasiado rápidamente. Sentí la sangre subir a mi cabeza y la adrenalina coriendo por mi cuerpo.

Y me lancé contra ella.

Salté sobre la cama con el rostro desencajado de la euforia y con un grito asesino la ataqué.

No sabría describir mis movimientos, solo sabía que de alguna manera mi mano había alcanzado su cuello. Un segundo después la sangre saltaba en todas direcciones mientras ella se ahogaba en la misma, llevandose las manos hacia el mango de la tijera que sobresalía de su tráquea. Me quedé allí, arrodillado sobre la cama, con su sangre goteando de mi cara y mis manos, y la camisa empapada en la misma, viendo como se agitaba, agonizando, delante mío. Sus ojos me miraron suplicantes durante un momento que se me hizo una eternidad y finalmente vi cómo se apagaban lentamente con un silencioso grito grabado en ellos. "¿Por qué...? ¿Por qué...?"

Y finalmente, su vida se extinguió delante mío y el tiempo se detuvo. Me quedé mirando su cuerpo sin vida sobre aquel espantoso charco de sangre. Sus ojos abiertos se habían quedado con la mirada perdida, apagados, grises. Su cuerpo en una pose retorcida antinatural. El arma asesina empapada en sangre roja, brillante, sobresalía del medio de su cuello, levemente inclinada a un lado. Y durante lo que me parecieron horas la sangre no dejó de salir de la herida, primero en potentes chorros provenientes de una arteria principal, y luego se fue convirtiendo en una suave gotera, hasta que todo quedó quieto y en calma, y ya ni siquiera la sangre se movió.

Entonces, el tiempo volvió a correr en mi mundo cuando sentí la sacudida. Me caí de la cama hacia adelante, y llevé las manos hacia adelante para no golpearme, apoyándolas de lleno en el charco de sangre.

¡La explosión!

Por un momento lo había olvidado por completo. Me levanté y corrí hacia la puerta, pero entonces me detuve y volví sobre mis pasos. Tomé una almohada y le quité la funda de un tirón. Use el trozo de tela para frotar el charco de sangre donde había posado mis manos, que habían quedado marcadas en el líquido carmesí, para borrar posibles huellas, y luego froté el mango de la tijera. Corrí hacia la puerta y limpié el picaporte, dándome cuenta que solo estaba manchándolo con sangre, pero al menos no quedarían huellas dactilares. Finalmente, desesperado y apresurado, dejé caer la funda y me largué corriendo por donde había venido. Tenía que comprobar el resultado de la explosión. Tenía que ver si había cumplido su cometido.











TRENT CON

Claire









Y agarrado en la movida... o si eso se podria decir que fue??



-Te entiendo



Puse cara de signo de interrogacion



-Bueno en reaidad no entendi ni papa de lo ultimo q dijiste...



- Ya somos dos.... recurse linguistica muchas veces.....



bromie



-Pero por lo primero q has dicho puedo pensar q... me miras solo pq soy bella, no pq pretendas acostarte conmigo, no?



Sonrei tan facil que hubiera sido haber dicho eso desde un principio y no andar de jarocho haciendo todo un monologo que casi nunca nadie entiende???



Y ya q al parecer, la cumpleañera, no bajara a soplar las velas... Q me sugieres hacer...



- Podemos nosotros apagar las velas.... siempre me ha gustado el pastel...



Y obvio que tenia muchas más cosas en mente con ella, pero entonces ella se adelanto a coger unas cosas que habia dejado sobre la mesa y aproveche para leer mis mensajes en mi cel. Habia uno de gossip girl y no se porque,pero lo lei.... mientras lo leia me quede anonadado de lo que lei, era acerca de mi y de Claire.... y mire a Claire a lo lejos que se acercaba nuevamente a mi, inmediatamente guarde el cel y me puse nervioso



- Sabes....olvide que le prometi a mi hermano ayudarlo con su tarea así que tengo que regresar al campus pero....



No termine de decir eso cuando todo empezo a temblar, y desquiciarse, y a lo lejos se escucho un estruendo, pero no fue como un rayo o algo asi, más bien fue como una explosion



- Que rayos es eso....



Institntivamente sujete a Claire entre mis brazos sin soltarle y tape su rostro con mi pecho para que no le pasara nada, en cuanto los autos empezaron a volar, todo a nuestro alrrededor, árboles y malesa fueron consumidos por el fuego y las llamas y las paredes de la casa empezaron a desquebrajarse, la luz y la musica se fueron y la gente entro en pánico gritando. Al cabo de unos momentos regreso la electricidad, tome a Claire de la mano y salimos del salon, para quedarnos asombrados de la gran llamarada que se veia a lo lejos, como si algo hubiese explotado



- ... Dios mio.... que pasaria..... espero que no halla habiado nadie en ese lugar....



Exclame......








TERRY
en la party











Luego de lo de Milly, me tome unos 'embellecedores' para olvidar aquel trago malo que habia pasado, y olvidar tambien por un segundo que aquella chica (Milly) me traia loco de una ala, y que mejor que un clavo saca a otro clavo que con otra chica que bien y se pude parecer a ella, un poco.



Me acerque a ella sigilozamente y tranquilamente le aborde, haciando gala de mis encantos y mis frases que ya eran todo un gancho, sin más la conversacion se dio y tranquilamente me fui acercando mas y mas a ella, hasta el punto de atreverme a frotar una parte de sus manos, pro donde inicia el dedo gordo, aplicando un leve masaje con el cual callo rendida a mis pies.



Esta diciendome algo al oído pero termino mordisqueandolo, me sugirio ir a su aunto a seguir la fiesta en un ambiente más privado y sin más acepte. Ibamos caminando, besandonos, rozandonos, tocandonos con nuestros cuerpos ardientes ya de pasion, que casi se nos era imposible caminar. Ella me arrojo en la parte trasera de un auto y rompio mi camisa de los botones, la alarma del auto se dejo sonar y reimos por eso, yo la tome y seguimos caminando hasta su auto, fue en ese momento que una explosion tubo lugar, o al menos eso era lo que yo pense.



La onda expansiva hico tirar los autos que estaban más cerca de la salida y sucesivamente el de atras se iba volcando haciendo un efecto domino, yo tome a la chica fuertemetne de la mano e intentamos correr de nuevo hacia dentro del edificio pero repentinamente senti un golpe en mi espalda que me arrojo al piso fuertemene, solte la mano de la chica y más no supe de ella, lo último que supe fue que estaba en el asfalto, en mi espalda tenia heridas, como si fueran algunas quemadas y raspones por todo el cuerpo. Me puse de pie y aun mareado y atontado por aquello, busque a la chica, finalmente la vi salir de unos matorrales, toda tambaleante y herida, corri hacia ella y la sujete. Justo en ese momento los estudiantes salian despavoridos y asustados del lugar.....
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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:43 am

MARIANO

Buscaba en mi mente alguna idea, alguna mínima impresión de lo que fuera que pudiera servirme para convencer a un detective de policía de que me entregara nuevamente la evidencia de un caso tan importante, que yo le había dado voluntariamente.
¿Qué podía decirle? ¿Que la libreta no era real, que había sido una farsa? ¿Una broma de algún estudiante tal vez? ¿Que no era de Vanderberg? ¿Que había sido un error mío? ¿Que yo la necesitaba para algo relacionado al trabajo? Cualquier excusa era menos que mediocre y solo serviría para levantar sospechas. Pero si no conseguía recuperar esa libreta, Sebastian actuaría para conseguirla por sus medios. La vida de Andrew estaba en mis manos.
¿Y si le decía lo que pasaba realmente? ¿Si le advertía que había un tipo armado conmigo, un asesino profesional, que intentaría matarlo? Tal vez Andy pudiera defenderse si sabía lo que se le venía encima. Tal vez incluso pudiera ayudarme.
Pero no podía hacerle eso a Sebastian. Sin importar lo que pasara, había salvado mi vida, y no podía entregarlo así. Además, yo no estaba muy seguro de lo que estaba haciendo, pero sentía que él me decía la verdad y había logrado convencerme de que lo que hacía era realmente por una buena causa. Jamás aprobaría sus métodos, pero podía empatizar con su sentimiento de justicia por mano propia y sobre todo su deseo de salvar vidas.

- Bien, hemos llegado - dijo mientras detenía el auto en la acera de enfrente, y unos metros por detrás, de la que reconocí como la casa de Andy. Aún no comprendía cómo él podía haber conseguido tan rápidamente la dirección del domicilio de un policía, con solo un llamado telefónico. Ahora, además, tenía que pensar una excusa para explicarle a Andrew cómo es que yo sabía dónde vivía él. -. Yo esperaré en el auto. Te daré cinco minutos para hacerlo a tu manera.

Cinco minutos... Era imposible. O tal vez...

- Dame un poco más de tiempo. Si no lo consigo puedes hacer lo que quieras, solo... dame algunos minutos más, y te conseguiré la libreta sin que...

- Diez minutos. Ni uno más. Ve ahora.

Aquel tono no dejaba mucho lugar para discutir, así que simplemente asentí con la cabeza y me bajé del auto. Crucé la calle mirando nervioso a todos lados y caminé hasta la puerta de la casa de Andy. Una típica casa de los suburbios, con un sencillo jardín frontal, cercas a los lados, y en medio un edificio de un solo piso, techo a dos aguas y un frente de una puerta y dos ventanas grandes, además del garage. Caminé hacia la puerta y me detuve delante de esta, nervioso, juntando el valor para llamar. Las luces estaban todas apagadas. Como las de todas las demás casas del barrio. Había un silencio sepulcral a mi alrededor que finalmente fue roto por el ahogado sonido del timbre retumbando dentro de la casa cuando al fin me atreví a llamar. Primero nada. Aguardé un minuto, dos... Y al fin la puerta se abrió.
Andy me abrió la puerta, llevaba una camiseta sin mangas blanca y ropa interior, y una pistola de pequeño calibre en su mano derecha. Tenía cara de pocos amigos y tenía una mirada curiosa, sorprendida y algo agresiva en sus ojos rodeados por ojeras.

- ¿Quién...? ¿Padre Hernández? ¿Qué hace aquí a esta hora?

Tomé aire e intenté sonar lo más natural posible, aunque me esforcé en sonar emocionado y excitado.

- Detective Lamont, disculpe el horario, pero no podía esperar hasta mañana. He descubierto algo con respecto a la libreta de Vanderberg que debe saber con urgencia.

Sus ojos entrecerrados se abrieron de repente y escrutaron nerviosamente la oscuridad detrás mío, a ambos lados de la calle. Noté cómo detenía su mirada por un segundo sobre el auto, pero al mirar sobre mi hombro vi que Sebastian debía estar agachado, o fuera del auto, porque no se lo veía. Finalmente Andrew me miró y me hizo un gesto para que pase.

- Ha hecho bien en venir conmigo. Pase, y disculpe el desorden y... bueno... mi aspecto, pero no estaba precisamente esperando visitas esta noche. ¿Quiere beber algo? - dijo mientras encendía las luces de la sala y caminaba hacia un minibar.

- No, muchas gracias. Tengo prisa, así que iré directamente al grano. ¿Puedo ver la libreta?

El detective se detuvo acomodando la botella de whiskey nuevamente, con un vaso a medio servir delante suyo y me miró, frunciendo el ceño.

- Preferiría que me diga que descubrió, Padre, y yo lo corroboraré.

- No puedo explicarselo en palabras, debe verlo por usted mismo, Andrew. Sé que tiene la libreta aquí, porque lo conozco y sé que solo confía en sí mismo para cuidar algo de ese valor. Así que por favor, déjeme verla y le mostraré lo que he descubierto.

Traté de mantenerme firme. La voz se me estuvo a punto de quebrar al final, de los nervios, pero logré terminar la frase sin tartamudear ni trabarme. Me sorprendió escucharme sonando decidido y firme, y él también pareció notarlo, ya que se quedó en silencio durante un instante pero finalmente, sin decir nada, dejó la botella y comenzó a caminar hacia el otro lado de la sala. Fue directo hacia un cuadro que colgaba de la pared y tomándolo de un extremo, lo hizo girar sobre un sistema de bisagras oculto tras el marco. La clásica caja fuerte oculta en la pared apareció detrás del cuadro. Andrew ingresó el código y abrió la puerta. Por encima de su hombro pude ver algunas pilas de billetes, una caja que parecía ser alguna especie de joyero y al fondo, la vieja libreta de cuero marrón. Miré a mi alrededor en busca de algo para concretar mi terrible idea improvisada, que ahora me parecía demasiado mala, pero era lo único que tenía. Vi la botella de whiskey que él había dejado abierta sobre el minibar y estiré la mano para tomarla, antes de acercarme un paso más hacia Andy, que justo en ese momento se dio vuelta hacia mí, mientras yo escondía la botella detrás de mi espalda.

- Muy bien, aquí está. ¿Qué es lo que ha descubierto?

Improvisar. Nunca se me había dado muy bien, y no esperaba que ahora fuera la excepción, pero tenía que intentarlo.

- Bueno... verá... Recordé lo que había visto antes de entregarsela y... recuerdo que habían... unas letras... no... unos números... en ciertas páginas, que parecían seguir una especie de patrón... Bueno, mírelo usted, abrala en la primera página.

Noté la desconfianza en su mirada, parecía sospechar que había algo raro detrás de todo esto, pero de todas formas abrió la libreta, miró la primera página y luego me miró a mi, encogiéndose levemente de hombros.

- Aquí no hay números padre. ¿De qué me está hablando?

- Eh... tal vez debería verla más a la luz, verá, en una esquina...

Hice un gesto hacia la lámpara que él había encendido al entrar y él comprendió mi gesto. Se acercó a la lámpara bajando la vista hacia la libreta, sin borrar el gesto de desconfianza de su cara, y me dio la espalda. Aquello era lo que necesitaba. Colocándome detrás de él comencé a rogar perdón al Señor por lo que estaba a punto de hacer y levanté la botella por encima de mi cabeza, preparándome para asestar un golpe seco en la suya, esperando que fuera suficiente para dejarle inconciente. Al menos eso era mejor que muerto en manos de un asesino profesional. Después ya pensaría cómo pedirle disculpas. Después de todo, él no lo comprendería, pero estaba salvándole la vida.
Entonces, los siguientes acontecimientos se dieron con una velocidad asombrosa, y toda la situación se dio vuelta de repente...

CONTINUARÁ
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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:43 am

Andy
Aquello era muy sospechoso y extraño. Había algo en esta visita del Padre Mariano que no me cerraba. Estaba ocultándome algo, eso era seguro. Pero debía seguirle el juego. Además ¿Qué mal podría hacerme un sacerdote? El tipo me inspiraba confianza, pero no por eso era menos sospechoso lo que estaba pasando. Me acerqué a la lámpara haciéndole caso, y entonces algo me hizo darme vuelta rápidamente.
Lo primero que noté y que me llamó la atención fue el ruido de un auto frenando bruscamente en la calla, justo afuera de mi casa. No, no era un auto, eran más de uno. Primero solo escuché la frenada y me di vuelta, pero entonces noté varias cosas. Primero, que Mariano sostenía una botella en alto, como si estuviera a punto de partirmela en la cabeza, y justo en el momento que clavé mi mirada en él, la botella se deslizó de sus manos, por la sorpresa, hacia el suelo.
Luego, noté el brillo de los faros de un segundo auto girando y la luz del mismo barriendo el interior de la sala a través de la ventana, mientras escuchaba otro chirrido de las ruedas sobre el asfalto, frenando bruscamente. Pero además, se le habían sumado nuevos sonidos.
Primero reconocí el sonido del cristal rompiéndose a mis pies, y sentí el líquido derramado salpicándome los pies. Ahí iba uno de mis mejores whiskeys, completamente desperdiciado. Luego me di cuenta de que había algo más en el ruido de aquella frenada. Era mucho mas violenta, ruidosa, y hubiera jurado que escuché un estallido, como el de un disparo, a lo lejos, justo en el momento que aquel auto comenzaba a derrapar.
Y luego, el estruendo. Probablemente un choque, por cómo sonaba.
Mariano me miraba aterrado, no sé si por el miedo de que lo hubiera descubierto a punto de atacarme, o por lo que estaba pasando afuera, se lo que fuera. Entonces, se dio vuelta y corrió hacia la puerta.

- ¡Ey! - grité, mientras corría detrás de él. Estúpidamente, lo hice con la libreta aún en mi mano, pero al menos tuve el acto reflejo de tomar el arma que había dejado junto al vaso, encima del minibar.

Crucé la puerta que Mariano había dejado abierta y lo vi de pie a un metro de la misma, mirando hacia la calle. Vi a un lado un auto chocado de costado, provablemente al derrapar demasiado sin llegar a frenar a tiempo, contra un poste de luz, que ahora estaba inclinado peligrosamente hacia un lado. El motor del auto echaba humo y me pareció ver el parabrisas roto, manchado con algo oscuro. Un segundo después noté que se trataba de sangre. Las puertas traseras estaban abiertas y había un hombre de pie junto al auto y otro detrás del mismo. Ambos estaban armados y apuntaban hacia otro lugar, uno con una uzi, y otro con una pistola automática. Miré hacia donde apuntaban y vi otro auto, cruzado en medio de la calle. A un lado del mismo había un hombre tirado en la calle, sobre un charco de sangre, y del otro lado, escudándose con el mismo auto de los otros hombres armados, habían dos peleando entre sí. Justo en el momento que los miré, uno de ellos logró tomar al otro desde atrás por el cuello y poniendo una mano encima de la cabeza se la giró bruscamente. El sonido del cuello al quebrarse resonó hasta donde yo estaba, incluso a tal distancia, y el cuerpo sin vida cayó a sus pies. Entonces, el hombre que acababa de matar al otro nos miró.

- ¡Vuelva adentro, Padre! - gritó, haciendo un gesto con la mano hacia la casa, mientras buscaba algo con la otra mano en el suelo.

De repente, una ráfaga de balas alcanzó al auto donde este se refugiaba, e instintivivamente levanté mi arma y me incliné, apuntando. Ubiqué al tirador, el tipo que llevana la uzi, me concentré un momento y apreté el gatillo.
Si había algo por lo que me destacaba en la fuerza policial, era por mi puntería y precisión. Bastó un solo disparo para perforarle a aquel tipo la rótula de una de sus piernas, haciendo que soltara la uzi y cayera al suelo, gritando. El otro seguía disparando contra el otro hombre, que se ocultaba tras el auto. Avancé, sin importarme que estuviera prácticamente desnudo y el frío gélido de la calle me estuviera helando los huesos.

- ¡Quieto! ¡Policía! - grité instintivamente por encima de los disparos del hombre que quedaba en pie, y los gritos del que acababa de destrozarle la rodilla - ¡Suelte el arma!

Entonces el tipo se dio vuelta dejando de apuntar al otro auto y mirándome directamente. En lugar de bajar el arma, me apuntó con ella. Sin esperar más, apreté el gatillo, pero justo en ese momento el hombre se apartó a un lado y disparó. Sentí el zumbido de la bala pasar junto a mi cabeza y escuhé otro disparo, que venía desde otro lugar. Entonces, vi al hombre que acababa de dispararme desplomarse en el suelo con un agujero de bala en su cabeza. Me di vuelta hacia el único hombre que había quedado, el que había visto desnucar al otro y vi que tenía un arma en su mano, aún humeante. Acababa de matar al hombre que me había disparado, y probablemente, acababa de salvarme la vida. Pero aún así, acababa de verlo matar a dos hombres y estaba convencido de que había sido él quien asesinó a los otros que ya estaban muertos cuando salí. Mientras aún intentaba asimilar lo sucedido, el hombre comenzó a caminar hacia el auto chocado y le apuntó al otro tipo que estaba tirado junto al auto, el que tenía la uzi y al que yo le disparé primero.

- ¡No! - grité, pero ya era muy tarde. Escuché el estallido del arma disparando y los gritos del hombre herido cesaron.

Lo había hecho a sangre fría, sin el más mínimo rastro de remordimiendo o duda, como si estuviera poniendo a dormir a un animal herido, pero con más odio que piedad en su accionar.

- ¡Baje el arma ahora mismo! - dije apuntándole, a lo que él levantó el arma hacia mí.

Pude ver cómo todas las luces de las casas comenzaban a prenderse y mis vecinos, curiosos, comenzaban a salir. El espectáculo era terrible. Al menos cinco cuerpos sin vida repartidos por la calle, un auto chocado y otro convertido en un colador por los disparos, y en medio de la calle, dos hombres apuntándose mutuamente, uno de ellos en ropa interior y camiseta. El hombre comenzó a caminar de costado, sin dejar de apuntarme. Yo hice lo mismo, moviéndome para mantenerlo en la mira. Nos movíamos en círculo, lentamente, como un par de luchadores esperando que el otro hiciera su movida para reaccionar. Parecíamos dos gladiadores en la arena del circo romano, mostrando nuestras armas, creando suspenso para el público, esperando que el otro diera un paso en falso. Presioné un poco el gatillo, suavemente.
Lo miré con atención. Se trataba de un hombre un par de años mayor que yo. Alto, musculoso, de buena postura. Con el pelo un poco largo y barba de pocos días, pero aún así elegante. Vestía un traje negro y una camisa del mismo color, sin corbata. Y recién entonces noté que su brazo izquierdo estaba cubierto de sangre y que tenía la manga del saco rasgada en un sector, del que provenía la sangre. Había recibido un disparo en la balacera. Estaba herido. Punto a favor mío.
Entonces, en medio de aquel rodeo, vi cómo miraba por el rabillo del ojo a Mariano, que seguía allí parado junto a la casa.

- Padre ¿Lo tiene?

¿De qué estaba...? La libreta... ¡Mierda! En medio del tiroteo me había olvidado por completo de ella. Seguramente la había dejado caer. Entonces miré a Mariano, que asintió con la cabeza ante la pregunta y levantó ligeramente una mano. La mano en la que llevaba la libreta de Vanderberg. ¡Mierda!

- Mariano ¿Qué está haciendo?

Dije, pero no hubo tiempo para esperar respuesta. El hombre aprovechó la distracción para correr los pocos pasos que lo separaban del Padre Mariano y se puso detrás de él, inmovilizándolo con una mano en su cuello y apuntándole en la cabeza con el arma. Aquella herida de bala en su brazo no parecía afectarle en absoluto, como si ni siquiera se hubiera dado cuenta de ello.

- Baje el arma. ¡Ahora! Suelte la maldita arma o le vuelo la cabeza al sacerdote.

¡Mierda! ¿Es que esta situación no podía sino empeorar?

- De acuerdo, de acuerdo... Tranquilo...

Soltando insultos a toda su familia por lo bajo, levanté las dos manos en señal de rendición y lentamente, me incliné hacia adelante dejando el arma en el suelo. Mientras me incorporaba, aún con las manos a los lados, mostrándome desarmado, miré rápidamente alrededor para evaluar la situación. Al menos una docena de vecinos miraban curiosos desde el refugio de sus ventanas o bajo el marco de la puerta de sus casas. Cuando volví a mirar a mi oponente, no estaba donde calculé. Vi como empujaba a Mariano hacia un tercer auto, aquel que había visto estacionado en la acera de enfente antes de que Mariano entrara a mi casa. Hizo que Mariano subiese en el asiento del acompañante y rodeó el auto para subir al volante. Aproveché que hubiera soltado a su rehén y bajado el arma para intentar tomar nuevamente la mía. Me agaché rápidamente pero antes de que pudiera poner mis manos sobre el revolver, escuché otro disparo, algunos gritos de los vecinos, y vi mi arma alejarse unos cuantos metros, golpeada por una bala. Levanté la vista viendo a aquel hombre apuntándome con el arma en la mano, y negando con un dedo de la otra mano en señal de reprensión. Me sorprendió lo preciso de su disparo, algo que incluso yo con mi habilidad me hubiera costado lograr, y mucho menos con tanta rápidez. Luego, bajo el arma y subió al auto, arrancando rápidamente y largándose de allí, dejándome allí en medio de la calle, desarmado y casi desnudo, humillado y furioso como nunca en mi vida.
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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:43 am

Sebastian
Diez minutos. No esperaría más que eso. Y entonces entraría con el arma en alto, e intentaría conseguir la libreta sin matar al tipo. Tampoco necesitaba matar a un policía inocente si no era necesario, pero mi paciencia era poca a esta altura. Simplemente le dispararía, aunque no a matar, si no colaboraba. Me agaché en el asiento, escondiéndome para que no me viera nadie y pareciera que no había nadie en el auto y esperé. Un momento después Mariano estaba dentro y yo quedé solo. Esperando. Mirando mi reloj, impaciente. Cinco minutos. Ocho. Nueve. Diez. Once minutos. Doce. Había sido más que generoso con el tiempo. Yo había dicho diez minutos y ya habían pasado casi quince.
Abrí la puerta y bajé del auto ya con el arma en la mano, lista.
Y fue el momento más oportuno ya que dos autos venían a toda velocidad, con las luces altas, en mi dirección, y uno de ellos giró un poco acelerando en dirección a donde yo estaba.
Hombres de la Organización. Asesinos. Nos habían estado siguiendo o nos habían encontrado de alguna manera. Tal vez vinieran a buscar a Lamont.
Antes de que me atropellara, salté hacia atrás, subiéndome encima del frente de mi auto y desde allí, inclinado, le disparé al conductor. Bastó un solo disparo para perforarle la garganta y el auto perdió el control. Mientras el otro frenaba bruscamente para no chocarlo, el auto con el conductor agonizante giró violentamente, derrapó y finalmente se detuvo bruscamente contra un poste de luz. El segundo auto se detuvo en medio de la calle, cruzado y los dos hombres que iban en él se bajaron. Para cuando uno de ellos, el más cercano, se dio vuelta hacia mi, yo ya estaba más cerca de lo que calculaba, ya que había comenzado a correr en su dirección y antes de que pudiera reaccionar y sacar su arma, le volé la cabeza de un disparo. Entonces, sentí que una bala me alcanzaba desde algún lugar, perforándome en brazo izquierdo. Me di vuelta para dispararle al otro tipo pero este me tomó de la mano justo a tiempo para apartar el arma y me apuntó con la suya. Rápidamente, con la mano del brazo herido, aparté su brazo para que el disparo no me diera. Él, sorprendido de que yo mantuviera aquella fuerza en el brazo herido, seguía disparando estúpidamente por encima de mi cabeza, hacia el cielo, mientras con la otra mano agitaba mi brazo hasta que logró que soltara mi arma. Intentando librarme de sus manos, avancé rápidamente dándole un cabezazo en plena nariz, partiéndosela de un solo golpe y haciendo que soltara su arma y mi brazo. Rápidamente, me posicioné detrás suyo y tomandole la cabeza con ambas manos, de un rápido movimiento le partí el cuello. Miré alrededor y vi a otros dos hombres junto al auto chocado, apuntándome, y al mirar a un lado vi a Mariano de pie junto a la puerta, y detrás de él, al hombre que habíamos venido a buscar, en ropa interior y camiseta sin mangas, armado con un revolver pequeño, un clásico colt de detective.

- ¡Vuelva adentro, Padre!

Le grité mientras buscaba mi arma en el suelo, pero no me hizo caso, y siguió mirando la escena, paralizado ahí. Entonces tuve que ponerme a cubierto tras el auto mientras una ráfaga de disparos de la uzi de uno de los otros tipos llovía sobre el vehículo, intentando alcanzarme. Entonces escuché un disparo de la colt del detective y los disparos de la uzi cesaron. Me puse de pie rápidamente y vi al hombre herido tomándose la rodilla. "Que nenaza" pensé mientras continuaba ignorando mi propia herida de bala.

- ¡Quieto! ¡Policía! - gritó el detective. "Oh, vamos" pensé "Como si eso sirviera de algo alguna vez" - ¡Suelte el arma!

Aquello solo logró que el hombre que intentaba matarme se preocupara por el policía y le disparara. Grave error. No debió haberme perdido de vista. Sin perder tiempo le apunté y le volé la cabeza de un solo disparo. Entonces rodeé el auto y comencé a caminar hacia el único que había quedado vivo. Antes de que el policía pudiera impedírmelo, e ignorando su grito, le disparé en medio del pecho a aquel asesino, acabando con su vida.

- ¡Baje el arma ahora mismo!

Me di vuelta hacia el policía y le apunté también. Aguardé un momento ahí, evaluando la situación. Podía dispararle y acabar con él antes de que pudiera apretar el gatillo, pero no quería matar a un policía porque sí. Comencé a caminar de costado, lentamente, y él a su vez hizo lo mismo, formando un ruedo, una especie de duelo extraño allí en medio de la calle, los dos caminando formando un gran círculo, sin dejar de apuntarnos. Pero yo no lo hacía por simple estrategia de tiroteo, sino porque quería acercarme al Padre Mariano. Había visto de reojo como este levantaba algo del suelo cuando Lamont comenzó a apuntarme. Supuse que sería la libreta.

- Padre ¿Lo tiene?

Mariano pareció salir de un trance. Me miró y tardó un momento en reaccionar. Entonces asintió y me mostró la libreta en su mano. Bien.

- Mariano ¿Qué está haciendo?


Hora de actuar un poco. Corrí hacia Mariano y me puse detrás de él, apuntándole a la cabeza y sosteniéndolo por el cuello.

- Baje el arma. ¡Ahora! Suelte la maldita arma o le vuelo la cabeza al sacerdote.

Me acerqué al oído de Mariano hablandole en voz muy baja.

- Tranquilo, Padre, no le haré daño. Solo necesito una manera de salir de aquí sin que nadie más muera.

El detective levantó ambas manos y se inclinó para dejar el arma en el asfalto. No esperé más, comencé a empujar a Mariano hacia mi auto y lo hice entrar en él. Cuando iba hacia la puerta del conductor para subir, vi de reojo a Lamont intentando tomar su arma de nuevo y le apunté a la misma, disparando una sola vez hacia el revolver, acertándole y haciendo que se alejara de su alcance. Cuando me miró, aún apuntándole negué con un dedo de la otra mano y a continuación, me subí al auto y arranqué. Di una vuelta en U, derrapando, y volví por donde habíamos venido, a toda velocidad. Miré de reojo a Mariano.

- ¿Está usted bien, Padre?

Él tardó unos intantes en reaccionar. Estaba pálido. Muy pálido. Y quieto y duro, rígido con un muerto.

- S-sí... e-estoy... bien... eh... estoy bien.

Me reí por lo bajo y bajé la mirada hacia la libreta en sus manos. Rápidamente estiré una mano y se la quité, guardándola en el bolsillo interno de mi saco.

- Está herido.

Lo miré un momento y luego seguí su mirada hacia mi brazo izquiero, que continuaba sangrando.

- ¡Mierda, el tapizado..! Lo había olvidado por un momento. Parece que esta noche no termina nunca, ahora tendré que ir a ver a mi médico personal. Tengo un conocido de confianza que trabaja bien y no hace preguntas.

Sonreí levemente y lo miré. Parecía haberse puesto aún más pálido en los últimos minutos, si eso era posible.

- Lo dejaré en el Saint Patrick, Padre. Busque allí sus pertenencias más importantes, lo mínimo indispensable y lárguese de aquí. Tome un tren, pague en efectivo. No le diga a nadie a dónde va, de hecho, no hable con nadie. No use ninguna tarjeta de crédito y no lleve su celular. Desaparezca por un tiempo. Cuando todo esto haya terminado yo lo buscaré - si es que sigo con vida para hacerlo... - y le avisaré cuando sea seguro volver. Ahora, es muy peligroso para usted quedarse aquí. Tanto los de la Organización como la policía estará buscando. Tranquilo, si hace lo que le dije y no llama la atención, no lo encontrarán. Pero yo sabré contactarlo, confíe en mi, puedo encontrar a quien sea.

- Pero... no puedo simplemente irme así como...

- Debe hacerlo si quiere seguir con vida. Lamento haberlo involucrado, pero ahora está demasiado metido en esto para seguir por aquí. Tiene que irse si quiere vivir. Confíe en mi.

Y confiaba. Había confiado en mi más de lo que yo hubiera creído que era capaz de hacer, y gracias a eso esto no había terminado tan mal después de todo. Yo había acabado en una noche con cinco asesinos de la Organización... Seis, contando al de la capilla. No había matado a ningún sacerdote ni policía, y tenía la libreta. Bueno, había recibido un disparo, pero eso no era nada, podría haber sido mucho peor.
De todas formas, algo me decía que el Padre Hernandez no se largaría así nomás. Bueno, al menos lo había intentado. A partir de ahora, dependía de sí mismo. Y yo... estaba un gran paso más cerca de mi objetivo.
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Mensaje por neti Miér Feb 18, 2009 2:43 am

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Mensaje por Gaia Jue Jul 30, 2009 10:21 pm

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